sábado, 16 de abril de 2016

61 millones de niños chinos no son huérfanos pero crecen sin sus padres

Un drama es común a 61 millones de niños de China: pese a tener padres crecen sin ellos, pues han tenido que partir para trabajar en las ciudades, donde se concentra la gran producción.
No se les considera niños abandonados, debido a que sus padres, a kilómetros de distancia, no han dejado de contactarse con ellos. Hay escuelas en las zonas rurales en las que hasta el 80% de sus estudiantes crecen sin sus padres. Se les dice los "niños dejados atrás".


La mayoría de los niños son cuidados por sus familiares, por lo general sus abuelos, pero hay quienes ni siquiera tienen esa suerte. El caso la adolescente Tao Lan, de 14 años, y su hermano pequeño es relatado por el corresponsal de la BBC en China. Ellos viven solos y Tao Lan lo ayuda a hacer sus tareas, hace las veces de ama de casa y cultiva parte de los alimentos que ambos consumen.

La adolescente sabe de la dureza del trabajo de sus padres y por eso evita cargarles más peso. Aun cuando se siente triste debido a su ausencia, no les expresa sus sentimientos. "No les puedo contar porque mi mamá y mi papá llevan una vida dura fuera. No quiero que se preocupen por mí”, expresó entre lágrimas.

El corresponsal de la BBC fue a una de las fábricas de la ciudad y conversó con los padres de otro de los niños de las zonas rurales. El padre se hallaba frente a una máquina de coser. A pesar de que lleva años trabajando allí, no puede dejar su estatus oficial de inmigrante dentro de esta zona.

Es por esa razón que a sus hijos no se les permite asistir a escuelas de la localidad en que se encuentra la fábrica.

Al hablar de su hijo, al que vio por última vez cinco meses atrás, la madre no puede guardarse las lágrimas.  "Estoy muy preocupada porque no estoy con él, me preocupa su seguridad. Si no hubiese impedimentos legales, lo traeríamos con nosotros", dijo.

China continúa creciendo gracias al trabajo de millones de hombres y mujeres que han partido de las zonas rurales hacia las urbe, pero esta movilización, dicen los expertos, tiene un precio alto que están pagando los niños.