Adoptar un hijo supone un largo camino. Es un recorrido extenuante con permanentes dificultades y puertas que se abren y cierran sin una lógica aparente. La adopción internacional es aún más compleja.
En Vietnam el Convenio de La Haya sobre la protección de la infancia de 1993 no entró en vigor hasta 2012. Y desde entonces toda adopción internacional está bloqueada. No se sabe cuantos huérfanos hay en Vietnam. Se cree que más de un millón y medio. La cifra real se ignora porque solo se censan los niños acogidos en orfelinatos del Estado, y tan solo hay diez en todo el pais.
Hay cuatro centros de acogida en Ho Chi Minh pero existen decenas de establecimientos no controlados, ilegales muchos de ellos, donde se refugian centenares de niños que no tienen familia ni la tendrán.
Sylvie y Cédric han tenido suerte y lo saben. Viven en un pueblo de la Alta Saboya. Son padres desde 2008. Tardaron cinco años en adoptar a Paul y Charline en Vietnam. Han vivido el proceso como un recorrido iniciático lleno de sufrimiento e infinita felicidad al final.
Cédric explica: “Es todo un camino, no se recorre en un día. No es algo en lo que se piense de pronto cuando se quiere tener un hijo, ¿no le parece?”.
Su mujer, Sylvie, lo recuerda así: “El niño no llegaba. El tiempo pasaba y al final nos decidimos por la adopción porque cuando estás en tratamiento médico eres un sujeto pasivo, aceptas todo. Pensar en adoptar es actuar; nos cogimos de la mano y nos dijimos: vamos allá. En algún sitio hay un niño que necesita una familia. ¿Por qué no ser nosotros sus padres? Da igual que tenga cinco o seis años, después de todo le esperamos tantos años como tiene”.
Y esa es la media: de cinco a seis años. A veces más, rara vez menos. Una vez otorgada la adopción después de nueve o diez meses empieza la larga espera. Pueden pasar años. E incluso una vez que la pareja ha obtenido el permiso la espera no ha acabado.
Sylvie recuerda muy bien el largo y penoso camino vivido: “Nos dan el visto bueno, esperamos meses y aquí viene el periodo más dificil para mí. Nos atribuyen un hijo, nos comunican su identidad, su edad … y hay que seguir esperando. Sufrimos todo eso, lo sufrimos, una espera es algo duro cuando se vive en estado de sufrimiento. ¿Si el niño nos espera por que no podemos ir a buscarle? ¿Cómo estará? ¿No se encontraría mejor con nosotros? y no tienes ningún contacto con el orfelinato, ninguno”.
Sylvie y Cédric fueron a Vietnam dos veces. Tras once meses de espera, el telefonazo salvador. Tienen tres semanas para ir a recoger a su hijo del que ignoran todo o casi todo de sus primeros 18 meses de vida.
El encuentro con su hijo les quedo marcado. Para Sylvie: “fue muy emocionante porque no le conocíamos. No teníamos ninguna foto, no sabíamos como era y había muchos niños en la misma sala y de pronto nos dicen: es este. Y ya no miras a ninguno más. Nos acercan al niño y ya es nuestro. Es algo mágico”.
Cédric admira la fuerza de los niños: “Son niños, son supervivientes, todavía están ahí, están ahí a pesar de haber sido abandonados. ¿De donde les viene esa fuerza que tienen cuando se encuentran con sus futuros padres?
Supervivientes … los vimos en Vietnam. Esos niños jamás compartirán el mismo destino de Paul y Charline. Es más que probable que pasen su infancia en una callejuela de Ciudad Ho Chi Minh, entre las cuatro paredes de un edificio insalubre. Y es verdad que lo primero que choca en estos niños es su fuerza, su energía interior y su vinculación inmediata al visitante, al que no han visto en la vida.
Hoa Mau Dơn es una residencia particular. La financian los vecinos del lugar. Pham Thien Don le dirige desde hace 16 años: “Son pocos los orfanatos que tienen autorización, la licencia para criar a los niños como aquí. Muchos lo hacen bajo cuerda. Simplemente recogen a los niños y los crian. Y la diferencia de los lugares que pertenece al Estado, al Gobierno, es que tienen licencia para conceder la adopción. Esto es privado “
Como confirma la autora de este reportaje, Sophie Desjardin: “Es difícil saber cuantos sitios como este existen en Vietnam y cuantos niños crecerán sin familia. Estos niños no son adoptables pero aunque lo fueran, la adopción internacional está muy restringida desde la entrada en vigor de la ley de 2012”.
Además los abusos se multiplican. Hay ventas de niños a parejas extranjeras dispuestas a pagar. La directora Phạm Thien Don lo deja entrever: “Suelen visitarnos parejas de extranjeros. Saben que para adoptar tienen que ir a otros sitios pero sí, algunos vienen y tratan de comprar a los niños. No lo permitimos. En otros sitios, sí”.
Pese a que los niños de los orfelinatos oficiales son adoptables, pocos lo han sido en estos últimos años. Han disminuido de 469 en Francia en 2010 a 89 en 2013.
Los niños de Hao Mau Don, de 10 a 18 años no tienen ninguna posibilidad de ser adoptados. En esta casa viven 70 niños. No pueden ser ofrecidos en adopción. Los cuidan cinco personas sin especial cualificación. Aquí hace falta de todo. La mayor parte de los niños han sido abandonados.
Dominique Broncard, lleva 12 años al frente del centro. Paga los gastos de escolaridad de los niños. Explica las dificultades de la adopción. Broncard recalca que “Las madres no los quieren. Aquí una madre soltera no encontraría marido. Además en Vietnam si muere uno de los padres y el otro quiere casarse de nuevo … en general los hijos del primer matrimonio van a parar a sitios como este, al orfanato”.
Y subraya que no hay posibilidad alguna de que sean adoptados: “¿Adoptados por quien, por vietnamitas? ¿Hay muchos vietnamitas aptos para adoptar niños? ¿Adoptados por extranjeros? Los vietnamitas están muy apegados a su tierra, tienen sus raíces y no sé si estarían bien lejos. Hasta 2007 o 2008 teníamos 40 niños en el orfelinato, los conocíamos bien. De 70 niños ya nos ocupamos algo peor”.
Ese es el objetivo del Convenio de la Haya: que siempre que sea posible el niño siga en su país de nacimiento. Hasta los tres años no son adoptables fuera de su país. Resultado: de 2005 a 2010 las adopciones en los cinco principales países de acogida han disminuído el 36%.
La experta en adopciones Grâce Dersy, lo resume: “Lo que pasa es que los países de origen antes de dar un niño en adopción al extranjero quieren ofrecerla en su propio país. Sin embargo la baja de adopciones es constante desde hace una serie de años. Los países quieren ofrecer un perfil de niños crecidos o de niños con necesidades especiales, con alguna discapacidad. Y lo que vemos es que lo que quieren las familias francesas, la mayoría de ellas, son bebés sanos, lo que no va a encajar con las propuestas de los países que dan niños en adopción”.
Una situación de estancamiento, mala para todos. Los padres potenciales se desaniman. Los orfelinatos se saturan.
Cédric tiene vivo el recuerdo de su proceso de adopción: “Me pongo en el lugar de los padres que quieren adoptar y a los que les cierran todas las puertas. La verdad es que es triste … no sé cómo van a ir las cosas”
Mientras, en países como Vietnam, niños sin padres no serán adoptados por residentes locales. Están condenados a seguir viviendo en el orfelinato.
FUENTE: EURONEWS