lunes, 27 de febrero de 2017

Los huérfanos de la guerra de Yemen mendigan para sobrevivir

Alí tiene 14 años y su hermano Majdi, 7. Desde que su padre murió en un bombardeo se pasan los días mendigando por las calles de la capital de Yemen, donde los niños son las principales víctimas de la guerra. El mayor de los dos cuenta su historia sin emoción. “Vivíamos en seguridad en la provincia de Haja con mi padre, que vendía qat (una planta con propiedades psicoestimulantes) para vivir. Un día se enfermó y lo llevamos al hospital de Médicos Sin Fronteras. El hospital fue alcanzado por un bombardeo aéreo y mi padre murió. Nos mudamos a Saná cinco días después de haberlo enterrado”. 

Desde entonces, Alí y su hermano pequeño, sucio y andrajoso, vagan por las calles. Se cuelan entre los coches y proponen limpiar el parabrisas a cambio de unas monedas. Ganan el equivalente a tres dólares diarios, demasiado poco para alimentar a su madre y a sus ocho hermanas.

Es una historia común en Saná, la capital yemení controlada por los rebeldes chiitas hutíes desde septiembre de 2014, y en el resto de Yemen, asolado por la guerra. “Todos los males que padecen los niños progresan: el trabajo, la mendicidad, el alistamiento en las fuerzas armadas, la no escolarización...”, se alarma Nasim Al Muliki, directora de una organización de protección de la infancia.

Además “los servicios sociales de ayuda a los niños se hundieron completamente”. “Mendigamos porque ya no encontramos nada que comer”, declara Mustafa Ahmed Abdalá, de 15 años, cuyo padre murió combatiendo. “He intentado encontrar trabajo pero no ha funcionado, me he quedado en la calle”, añade.

Como muchos gana $ 5 al día. Cerca de allí, Abir, de 8 años, pasa de un lado a otro con su hermano pequeño, Abdelrahman. “No tenemos nada que comer. Buscamos dinero o comida”, dice la niña. La situación se deterioró, sobre todo desde que en marzo de 2015 una coalición árabe bajo el mando saudí intervino en la guerra en apoyo a las fuerzas progubernamentales que se replegaron en Adén (en el sur) tras ser expulsadas de buena parte del territorio. La guerra se libra lejos de las cámaras y sin visos de una solución política.

El 20% de las aproximadamente 10.000 personas muertas desde hace dos años es de niños, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU). “El número de niños mendigos creció, en particular desde que los funcionarios dejaron de cobrar el salario en la capital” hace unos meses, explica Ahmed al Qurashi, quien dirige Seyaj, organización para la protección de la infancia. Hay riesgo de hambruna.

El pasado septiembre, el presidente Abdo Rabu Mansur Hadi ordenó el traslado del Banco Central de Saná a Adén, declarada “capital provisional” desde que fue reconquistada en 2015, con otras cuatro provincias del sur. Esto significa que los rebeldes, que formaron su propio gobierno en Saná, no pueden pagar los salarios de los funcionarios en las zonas bajo su control. Además las condiciones sanitarias de los 26 millones de yemeníes no paran de deteriorarse. Dos tercios de ellos no tienen acceso a agua potable, a cuidados médicos decentes y ya se detectaron casos de cólera y de hambruna. Unicef estima que 2,2 millones de niños sufren desnutrición crónica.

“La desnutrición nos golpea de lleno y aumenta cada día”, afirma el pediatra Ahmed Yusuf. Pero “ni el gobierno ni las oenegés son capaces de encontrar una solución para hacer frente a esta catástrofe”, dice. Fayza Ahmad, responsable del hospital Al Sabin de Saná, lo constata: “Los casos que llegan son muy graves, los niños sufren diarreas severas”. A veces, declara el doctor Yusuf, “un niño se muere, mientras el padre todavía sostiene en las manos la receta” para un tratamiento que no puede pagar.

La ONU reclamó el miércoles $ 2.100 millones para ayudar este año a los yemeníes. “Sin apoyo internacional pueden sufrir hambruna en 2017”, advierte el jefe de las operaciones humanitarias del organismo internacional, Stephen O’Brien.

Los resultados de la guerra Yemen vive un conflicto armado entre hutíes, tropas leales al exmandatario Alí Abdalá Saleh y los que quieren una vuelta del último presidente depuesto, Abdo Rabu Mansur Hadi. Los intensos combates propagados del norte al sur del país, y los bombardeos de la aviación y la artillería de la coalición causaron más de 10.000 muertos, 3.000 heridos y 3,2 millones de desplazados, desde  marzo de 2015, según estimaciones de la ONU.

La guerra destruyó la infraestructura económica básica yemenita, cientos de escuelas, hospitales, instalaciones de salud, mercados, carreteras, lo cual genera graves carencias y una extrema pobreza. Actualmente hay 6,5 millones de desocupados y son cotidianas las flagrantes violaciones de los derechos humanos. Sumido en este doloroso y desolador panorama, con pocas esperanzas de cambio inmediato,

Yemen ha dejado de ser el mítico país que en la antigüedad llamaban ‘Arabia Feliz’.

DATOS: Cerca de 2,2 millones de niños en Yemen están severamente desnutridos y necesitan atención urgente. Al menos 462.000 menores sufren desnutrición aguda grave, un incremento drástico de casi el 200% desde 2014. Además 1,7 millones de niños padecen desnutrición aguda moderada, según la ONU. Es crítica la situación de los niños que sufren desnutrición severa en las provincias de Hodeida, Sa’ada, Ta’izz, Hajja y Lahej.

En 2016, UNICEF apoyó el tratamiento de 215.000 niños con desnutrición aguda grave en el país y proporcionó a más de 4 millones de niños menores de 5 años suplementos vitamínicos para fortalecer su sistema inmunitario. Este año el organismo necesitará $ 70 millones para proporcionar servicios de nutrición a madres y niños del país.

FUENTE: Diario EL TELÉGRAFO



5 comentarios: