En el sobrecogedor caso de la muerte de Asunta Basterra, la circunstancia de la adopción es totalmente irrelevante. Éste es el mensaje que lanzan al unísono las autoridades de Servicios Sociales y las familias con niños adoptados procedentes de China y aquellas que siguen en el angustioso proceso de espera, que cada vez se prolonga más.
Ante la «inquietud» puntual de las autoridades de China por este trágico final de una niña procedente de su país, el Gobierno español, a través del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, ha trasmitido a las autoridades chinas que el sistema español de adopción internacional cuenta con «los máximos estándares de calidad».
La directora general de Servicios para la Familia y la Infancia, Salomé Adroher, destaca la existencia de un sistema público de asignación; que los padres adoptivos pasan por procesos exigentes de idoneidad, y que asisten a unas sesiones de información y formación exhaustivos. Pero, además, existen servicios de apoyo postadoptivo para los distintos aspectos que pueden afectar a la integración del niño, desde el idioma o la escuela al propio sentimiento de apego en su nueva tierra.
«Las familias están muy concienciadas, preparadas y acompañadas, no se las deja solas, y la garantía de que vaya bien es muy alta», señala Adroher, que en absoluto cree que el caso de Asunta pudiera afectar a las adopciones en marcha. «Y si hubiera alguna reticencia, China conoce mejor que nadie cómo están los niños», añade.
En todo caso, la directora general recalca: «No estamos pidiendo niños, sino que ofrecemos familias para niños que no la tienen».
Las adopciones internacionales en España, no sólo las chinas, vienen cayendo en general desde hace años. Desde 2004, cuando se situaban en unas 5.500, se ha pasado el año pasado a tan sólo 1.669. Y no es únicamente una tendencia que afecte a nuestro país, sino que se da en todos aquellos donde se adoptan niños del extranjero, ya que las causas suelen ser de tipo jurídico-político en los países de origen, que introducen cambios normativos, explica Salomé Adroher. De acuerdo con estadísticas recopiladas por Peter Selman, un experto británico de la Universidad de Newcastle, en todo el mundo han bajado de las 45.000 registradas en 2004 a las 25.000 de 2011.
En cuanto a China, las adopciones en España procedentes de ese país han pasado desde 1.059 hace sólo seis años a 677 en 2011 y a tan sólo 447 el pasado año, según los últimos datos oficiales. Además de la mejora del nivel de vida en el país, que ha aumentado las adopciones domésticas para parejas chinas que no pueden tener hijos, a esta disminución han contribuido las cada vez mayores restricciones que pone el régimen de Pekín. Entre ellas, destaca la prohibición para adoptar en casos de familia monoparental, obesidad mórbida y hasta deformidades en el rostro.
Más de 30.000 euros
En una China enriquecida al amparo de su extraordinario crecimiento, los requisitos económicos también han aumentado para demostrar la solvencia de los adoptantes, que se han retraído por el impacto de la crisis en Occidente y, de manera más concreta en España. No en vano, hay adopciones que salen por más de 30.000 euros entre billetes de avión, desplazamientos, hoteles, gestión de documentos y «donativos» a los orfanatos.
Otro de los motivos del descenso de adopciones en el mundo es el incremento de controles en virtud de la Convención de La Haya sobre Protección de Menores y Cooperación en Adopciones Internacionales. Las autoridades chinas han reforzado las medidas de seguridad debido a los escándalos de corrupción y tráfico de menores que han proliferado en los últimos años, en los que responsables de orfanatos han sido condenados por comprar niñas para luego venderlas tanto en su país como en el extranjero. La desarticulación de estas mafias es un golpe al tráfico de seres humanos pero, por otra parte, ha reducido también las adopciones y las esperanzas de muchas familias.
Entre tanto, se han alargado los tiempos de espera, pasando de los ocho o nueve meses que se tardaba completar el proceso en 2004 hasta los «siete años, y subiendo» que lleva ahora, según el presidente de la Asociación de Familias Adoptantes en China (AFAC), Fernando Acero. Muchas familias, desesperadas, acaban arrojando la toalla. En la actualidad, hay unas 3.000 pendientes. «Cuesta creer que en 2006 o 2007 había miles de niños abandonados y en tan pocos años 1.300 millones de habitantes hayan cambiado de manera de pensar». «Los orfanatos están llenos», asegura.
Ante la «inquietud» puntual de las autoridades de China por este trágico final de una niña procedente de su país, el Gobierno español, a través del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, ha trasmitido a las autoridades chinas que el sistema español de adopción internacional cuenta con «los máximos estándares de calidad».
La directora general de Servicios para la Familia y la Infancia, Salomé Adroher, destaca la existencia de un sistema público de asignación; que los padres adoptivos pasan por procesos exigentes de idoneidad, y que asisten a unas sesiones de información y formación exhaustivos. Pero, además, existen servicios de apoyo postadoptivo para los distintos aspectos que pueden afectar a la integración del niño, desde el idioma o la escuela al propio sentimiento de apego en su nueva tierra.
«Las familias están muy concienciadas, preparadas y acompañadas, no se las deja solas, y la garantía de que vaya bien es muy alta», señala Adroher, que en absoluto cree que el caso de Asunta pudiera afectar a las adopciones en marcha. «Y si hubiera alguna reticencia, China conoce mejor que nadie cómo están los niños», añade.
En todo caso, la directora general recalca: «No estamos pidiendo niños, sino que ofrecemos familias para niños que no la tienen».
Las adopciones internacionales en España, no sólo las chinas, vienen cayendo en general desde hace años. Desde 2004, cuando se situaban en unas 5.500, se ha pasado el año pasado a tan sólo 1.669. Y no es únicamente una tendencia que afecte a nuestro país, sino que se da en todos aquellos donde se adoptan niños del extranjero, ya que las causas suelen ser de tipo jurídico-político en los países de origen, que introducen cambios normativos, explica Salomé Adroher. De acuerdo con estadísticas recopiladas por Peter Selman, un experto británico de la Universidad de Newcastle, en todo el mundo han bajado de las 45.000 registradas en 2004 a las 25.000 de 2011.
En cuanto a China, las adopciones en España procedentes de ese país han pasado desde 1.059 hace sólo seis años a 677 en 2011 y a tan sólo 447 el pasado año, según los últimos datos oficiales. Además de la mejora del nivel de vida en el país, que ha aumentado las adopciones domésticas para parejas chinas que no pueden tener hijos, a esta disminución han contribuido las cada vez mayores restricciones que pone el régimen de Pekín. Entre ellas, destaca la prohibición para adoptar en casos de familia monoparental, obesidad mórbida y hasta deformidades en el rostro.
Más de 30.000 euros
En una China enriquecida al amparo de su extraordinario crecimiento, los requisitos económicos también han aumentado para demostrar la solvencia de los adoptantes, que se han retraído por el impacto de la crisis en Occidente y, de manera más concreta en España. No en vano, hay adopciones que salen por más de 30.000 euros entre billetes de avión, desplazamientos, hoteles, gestión de documentos y «donativos» a los orfanatos.
Otro de los motivos del descenso de adopciones en el mundo es el incremento de controles en virtud de la Convención de La Haya sobre Protección de Menores y Cooperación en Adopciones Internacionales. Las autoridades chinas han reforzado las medidas de seguridad debido a los escándalos de corrupción y tráfico de menores que han proliferado en los últimos años, en los que responsables de orfanatos han sido condenados por comprar niñas para luego venderlas tanto en su país como en el extranjero. La desarticulación de estas mafias es un golpe al tráfico de seres humanos pero, por otra parte, ha reducido también las adopciones y las esperanzas de muchas familias.
Entre tanto, se han alargado los tiempos de espera, pasando de los ocho o nueve meses que se tardaba completar el proceso en 2004 hasta los «siete años, y subiendo» que lleva ahora, según el presidente de la Asociación de Familias Adoptantes en China (AFAC), Fernando Acero. Muchas familias, desesperadas, acaban arrojando la toalla. En la actualidad, hay unas 3.000 pendientes. «Cuesta creer que en 2006 o 2007 había miles de niños abandonados y en tan pocos años 1.300 millones de habitantes hayan cambiado de manera de pensar». «Los orfanatos están llenos», asegura.
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